abril 16, 2007

ESPÍA

Sara tomó una bocanada de aire al despertar; el sudor le recorría por el rostro; sus ojos, desorbitados, buscaban una luz en la obscuridad del cuarto.
–¡¿Qué pasa, estás bien?!– dijo Emilio preocupado al encender la lámpara. Ella recuerda su pesadilla con los bebés desfigurados devorando sus senos, pero no dice nada, jamás cuenta sus sueños.
–Estoy bien– respondió amargada.
–Me estoy cansando de tus pesadillas– contestó molesto en lo que se acomodaba en la cama.
–Es que… yo…
–Vuelve a dormir que aún es de madrugada– dijo con burla –los bebés desfigurados aquí no te harán daño.

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